Ser voluntaria en tiempos de coronavirus
Una aventura, un camino que estamos haciendo juntos
Compartir la aventura de la «vida» en estos días tan inciertos y dudosos no siempre es fácil, pero gracias a la unión, la fe y la alegría de esta gran familia que es Cáritas, intentamos poner en todo esto un poco de esperanza, gracias al apoyo mutuo que nos damos todas las personas que formamos parte de Cáritas.
Somos una gran comunidad, en la que cada uno de nosotros aporta un granito de arena para esta lucha, haciendo que la esperanza y la alegría sean luz para alumbrar el camino de las personas que nos necesitan.
Llamados a conocer de verdad a los que tenemos cerca
Esta situación que estamos viviendo, nos tiene que servir para aprender a conocer al que tenemos muy cerca de nosotros y que nos parece un extraño… esa palabra a mí me habla de ayudar, de escuchar, de tener empatía, sin tener prejuicios… mi responsabilidad siendo voluntaria y como persona, es poner en práctica todo eso y mucho más y no tener miedo a lo que nos pueda pasar… en definitiva poner en práctica mi fe y vivir de verdad eso de que «El Señor es mi refugio y mi verdad», por eso cada día le pido que me ayude y me acompañe en mi caminar…
Aunque no sea fácil
Las lágrimas, expresan emociones, no siempre de tristeza también de alegría, ¿quién no se ha emocionado y ha llorado ante algo que le produce felicidad? Nadie tiene que reprimirse de llorar, no nos tiene que avergonzar, las lágrimas son Amor. Dios nos mira desde la cruz con amor y nos da vida para seguir luchando y que aprendamos a reconocer nuestros pecados, nuestras faltas, no sólo ahora con la crisis… siempre, no se nos tiene que olvidar…
¿Y si soñamos?
Todo ser humano sueña y no sólo cuando duerme. Cuando estamos despiertos soñamos más… con el futuro, con los éxitos, con los fracasos, con el trabajo… con momentos de amor…
En estos días dudosos, de incertidumbre futura y disfrutando de más tiempo obligatorio de estar en casa… ¿quén no se ha sentado, y sin cerrar los ojos, ha soñado con un mundo que comience a girar con normalidad?, ¿quién no ha soñado con el momento de encontrarse con la familia, con los amigos, con los abrazos…?, ¿quién no ha soñado con el día de la vuelta al trabajo?
Jesús nos invita a ser libres… y nos llama a renovar nuestros corazones, para que cuando se termine este ciclo de permanencia en casa, estemos preparados para ayudar a lograr la libertad a los que carecen de ella.
Testimonios desde el Proyecto San José
«Sólo se puede decir: gracias a Dios, al Seminario, a los padres, a los seminaristas, y también a las buenas personas que nos están cuidando como si fuésemos sus hijos… Si no fuese por vosotros yo estaría muerto… De verdad, ¡muchas gracias!»
«A pesar de estar como en familia y hasta muy descansado, mi corazón me pide hablar, ver, abrazar a mi hija… ¡la echo mucho de menos!… Lloro mucho y eso me alivia. Sufro y me lo como, para estar feliz. Muchas gracias a Juan, a Luis, a los educadores… me siento muy bien aquí… Muchas gracias de corazón, si no fuera por vosotros no sé lo que sería de mí.»