«Toda forma de violencia es contraria al Reino de Dios». Así lo recordaba el Papa León XIV en su homilía del 8 de junio, ante el incremento de asesinatos machistas en Italia: “Pienso también —con mucho dolor— en los casos en que una relación se intoxica por la voluntad de dominar al otro, una actitud que frecuentemente desemboca en violencia, como desgraciadamente demuestran los numerosos y recientes casos de feminicidio. El Espíritu Santo, en cambio, hace madurar en nosotros los frutos que ayudan a vivir relaciones auténticas y sanas.”
Estas palabras cobran una fuerza especial en torno al 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. La fecha nos recuerda una realidad que sigue golpeando nuestra sociedad y nos invita, desde la fe, a no permanecer indiferentes.
UNA CUESTIÓN DE FE Y DE JUSTICIA
Las violencias machistas contradicen el corazón del mensaje evangélico. El Evangelio de Jesús defiende la dignidad, la igualdad y el respeto como fundamentos de toda convivencia humana. Jesús se acercó a las mujeres con respeto y libertad, desafiando los esquemas culturales de su tiempo. En su trato con ellas, reconocemos un camino de justicia y de restauración que sigue siendo actual.
Por eso, frente a la violencia, la respuesta cristiana no puede ser la resignación. Se necesita un compromiso activo, personal y comunitario. Romper con esta dinámica implica educar, sensibilizar y acompañar. Solo así podremos construir una sociedad donde la igualdad y el respeto sean una realidad cotidiana, no un ideal lejano.
EDUCACIÓN Y PREVENCIÓN
La transformación comienza en la educación. Formar personas libres, respetuosas y conscientes del valor de la otra persona es la base para erradicar las violencias contra las mujeres. Educar en los buenos tratos, en una afectividad y sexualidad sanas y en la igualdad de derechos y oportunidades es una tarea que debe involucrar a familias, escuelas, instituciones y comunidades de fe.
La Iglesia, desde su misión evangelizadora, tiene un papel fundamental en este proceso. A través de sus espacios de acompañamiento, puede ofrecer escucha, apoyo y formación, contribuyendo a sanar heridas y prevenir nuevas formas de maltrato.
CÁRITAS: ACOMPAÑAR PARA RECONSTRUIR LA VIDA
Cáritas Diocesana de Valladolid está comprometida con la atención a mujeres víctimas de violencias machistas y a sus hijos e hijas. Nuestra labor combina la acogida y la escucha con un seguimiento prolongado, orientado a la recuperación integral.
Nuestro objetivo es devolver a las mujeres la confianza en sí mismas y la posibilidad de rehacer sus vidas. Al mismo tiempo, queremos sensibilizar a la sociedad sobre la raíz estructural de la violencia y la necesidad de una respuesta colectiva.
JUBILEO DE LA ESPERANZA: LA DENUNCIA DE LA TRATA DE PERSONAS CON FINES DE EXPLOTACIÓN SEXUAL
La Conferencia Episcopal Española ha centrado el compromiso social que acompaña el jubileo en la lucha contra la trata de personas. Ocasión, por lo tanto, de denunciar la esclavitud de miles de mujeres y niñas que son explotadas en el contexto de la prostitución.
UN GESTO DE ORACIÓN Y MEMORIA
Con ese espíritu, el jueves 27 de noviembre, a las 19:00 horas, se celebrará la sexta Vigilia por las víctimas de las violencias machistas en la capilla de la Congregación del Santuario Nacional.
Será un encuentro para recordar a las mujeres asesinadas, para orar por quienes siguen sufriendo y para renovar el compromiso cristiano con la justicia y la paz. La vigilia es también un espacio de comunidad: un lugar donde la oración se convierte en gesto de solidaridad, y la fe, en motor de esperanza.
El 25 de noviembre no es solo un día para recordar, sino una oportunidad para comprometernos de nuevo con la vida, la dignidad y la justicia. Porque mientras haya una sola mujer viviendo con miedo, el Evangelio nos seguirá interpelando a actuar con fe, compasión y esperanza.
