La Campaña del Día de las Personas Sin Hogar cumple éste 24 años. A lo largo de este tiempo se ha pretendido transmitir un mensaje de dignidad, de derechos, de posibilidad, de rostros y personas concretas que ponen nombre y piel a las salvajes cifras del descarte y la exclusión.
Pero todavía sigue siendo necesario gritar que “¡NO HAY DERECHO!”, que NADIE SIN HOGAR es posible, por dignidad y por derecho.
Continuamos proponiendo y, poco a poco, construyendo un modelo de sociedad diferente, que ponga a las personas y su dignidad en el centro. No queremos una sociedad de personas sin derechos, de expulsiones, de descartes, de exclusión radical… Todo ello debe indignarnos, conmovernos, movilizarnos. Frente al individualismo creciente, al anonimato en que vivimos, a la indiferencia ante la realidad del otro, desde la Campaña “Nadie Sin Hogar” llamamos a ser en común: porque mis derechos son tus derechos, porque las situaciones que atentan a la dignidad de cualquier persona ponen en cuestión mi propia dignidad.
Esta Campaña es un ejercicio de sensibilización y compromiso común con la realidad de las personas en situación de sin hogar. Esa responsabilidad tiene que llevarnos a un horizonte de soñar posible lo que hoy parece imposible: que toda persona viva con dignidad en un hogar propio, en paz y permanente.
Vivir sin hogar es mucho más que estar sin techo
Conviene recordar, como venimos insistiendo en las Campañas de los últimos años, que al referirnos a un hogar tenemos en cuenta:
– El espacio físico: la vivienda y el entorno (Hábitat) sustentables y asequibles.
– La vivencia integral de la persona, el Ser: conformado a su vez por el sentido vital (el del propio ser humano, único en sí mismo y en su desarrollo integral), el ámbito relacional (el ser humano con los otros: familia, vecindario, comunidad, población, sociedad), y el acceso, sostén y garantía de los Derechos Humanos (todos y cada uno de los derechos, en conjunto y al mismo nivel: empleo, educación, participación, salud, protección social, vivienda etc.)
Por tanto, “Nadie sin hogar” quiere decir: nadie sin acceso a derechos, nadie sin red, nadie sin afecto, nadie sin dignidad….
El objetivo último de la Campaña es que toda persona viva con dignidad en un hogar propio, en paz y permanente.
Una Campaña diseñada para un nuevo trienio
Después de un desarrollo de la Campaña a lo largo de un quinquenio con el lema común “Nadie sin Hogar” se inicia un nuevo periodo de 2016 a 2018, con las siguientes claves:
– Se mantiene el lema general “Nadie sin Hogar”.
– Centralidad absoluta de las personas en situación sin hogar.
– Una mirada de derechos de manera global, insistiendo en que los derechos no son regalos, son inherentes al ser humano.
– Con la idea de generar tejido inclusivo.
La Campaña se desarrollará cada año en torno a un eje:
– 2016: eje de la DIGNIDAD.
– 2017: eje de los DERECHOS
– 2018: eje de la POSIBILIDAD.
Y en cada uno de esos ejes se tendrán presentes tres dimensiones:
– Individual/personal.
– Colectiva/comunitaria.
– Ciudadanía/Sociedad.
La campaña de 2016, en torno al eje de la dignidad
Para la Campaña 2016, el punto de partida es la dignidad de toda persona. La dignidad reside en el hecho de que somos, no un qué, sino un quién, seres y personas únicas, insustituibles, dotadas de intimidad, de inteligencia, voluntad, libertad, de capacidades…
Y en ese eje se tienen en cuenta las tres dimensiones planteadas anteriormente:
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Dimensión individual: Ser -
Dimensión colectivo/comunitaria: el Bien Común -
Dimensión social/ciudadana: Pertenencia.
El lema de la Campaña de este año es “Por dignidad. Nadie Sin Hogar”. Directo, sencillo, rotundo. La simple apelación a nuestra humanidad nos pone delante la urgencia de reconocernos iguales en dignidad y derechos. Y un elemento fundamental para la dignidad de las personas en situación de sin hogar es la visibilidad: si no te veo, si no te reconozco, no puedo reconocerme en ti, no puedo poner en valor la dignidad que nos une e iguala como seres humanos. De ahí el grito y el clamor que acompaña el lema de este año: “Hazme visible”. Es una petición clara al reconocimiento de la dignidad y humanidad de las personas sin hogar, pero no sólo: es también una exigencia desde el dolor, desde la ausencia del ejercicio de derechos… Este reconocimiento, que parte de la visibilidad, no puede quedarse en una mera observación, sino que es un motor de cambio que nos debe mover e incitar a la acción, al reclamo de la dignidad y al acceso y ejercicio de derechos de las personas en situación de sin hogar.